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viernes, 14 de diciembre de 2012

Me, Myself & I - Capitulo 22

Seguía besándome de esa manera tan intensa y única. ¿Pero cómo podía causar tanto en mí con un simple beso? Eran increíbles las sensaciones que me hacía experimentar.
Una de mis manos se mantenía en su nuca, atrayéndolo hacia mí dándole mayor profundidad al pasional beso, además me aseguraba de que no se alejara de mis labios, aunque dudo que este pensamiento le pa
sara por la mente.
Su lengua recorría cada centímetro cuadrado de mi boca, robándose por completo mi abastecimiento de oxígeno, no podía más, era seguir con ese beso pero prácticamente morir. Mi otra mano se encontraba en su mejilla, subí está haciendo hacia atrás el cabello que caía en su frente, corrí mi rostro unos centímetros solo para poder respirar, pero él no se detenía. ¿Qué acaso pretendía matarme?
Comenzó a bajar con sus besos por mi mejilla hasta llegar a mi cuello. Por instinto eche mi cabeza hacia atrás, dándole el acceso total a esa zona tan sensible de mi anatomía.

Rosaba, mordía, besaba, simplemente hacia lo que le placía conmigo. Así que era ahora o nunca, más bien era ahora o más delante no podré detenerme.
Lo tome de la barbilla y lo guié nuevamente hacia mis labios y lo bese nuevamente, como si no hubiera mañana. –Dios, este hombre no puede ser más provocativo- afirme en mi interior, al mismo tiempo que -en contra de mi voluntad- lo separe de mis labios uniendo nuestras frentes. Abrí lentamente los ojos, ya que aún estaba tratando de controlar mi sistema nervioso. Sus labios estaban el doble de gruesos y de un rojo cereza. Me había equivocado. Si podía ser más provocativo. Sus ojos miel me miraban fijamente, mas no fríamente como de costumbre, tal vez me arrepentiría de esto.

—…Y te volví a besar— susurre sobre sus labios con un tono de voz victorioso, antes de deshacer la llave que había formado con mis piernas alrededor de él.

Me bajo esquivando mi mirada, la verdad yo esperaba un ‘¡Lo ves! ¡Ves cómo eres!’ pero nada. Su cara de estupefacción era indescriptible, no sé si era enojo, decepción, fastidio. O tal vez una mescla de todas. Acomode mi vestido y mi cabello antes de sacarle la vuelta.
— ¿Empezamos con la guía?— pregunte como si absolutamente nada hubiera pasado. Me di la media vuelta para poder verlo, pero él seguía de frente a la pared, y me ponía algo nerviosa. Tal vez había alterado ‘algo’ más que su respiración.

Se dio la vuelta y camino hacia mí, mis nervios con obvia razón aumentaron. Todo pasaba por mi mente, -¿un golpe? ¿Violación?- reí estúpidamente en mi interior por mis tontos pensamientos. Estaba a solo unos centímetros de mí, pero no se acercó a mí como yo creía que lo haría, me saco la vuelta y se dirijo a la mesa que estaba detrás de mí y tomo el enorme paquete de hojas. Tomo la mitad aproximadamente y me lo entrego.
Sonreí y tome las hojas, mi objetivo era hacerlo enloquecer por completo. Y si a la primera le doy el ‘paquete completo’ no serviría de nada. Además no soy tan fácil. En realidad no lo soy, Solo a él le estoy facilitando un poco las cosas.

Me senté en el sillón donde había dejado mi bolsa, Justin también se sentó pero del otro extremo del sillón, no era mucha la distancia ya que era un sillón solo para tres personas.
— ¿Por qué tan lejos?— pregunte divertida —No muerdo— tome un bolígrafo color rosa de mi bolsa —…A menos que quieras— volteé a verlo y una pequeña sonrisa comenzaba a asomarse en su rostro, pero al sentir mi mirada la desapareció. —Oh vamos— alargue riendo —Sé que quieres reírte— le dije y solo negó con la cabeza sin despegar la mirada de las hojas. —Te vuelvo loco, lo sé— dije entre risas.

—Por qué no dejas de decir estupideces y comienzas a responder las hojas— al menos no lo negó, puede ser una estupidez cierta.
Comencé a contestar pregunta por pregunta de la inútil guía, -Para que darnos una guía si ni siquiera tendremos examen.- hoja que respondía la ponía a entre Justin y yo.

—Si no sabes las respuestas búscalas en el libro— hablo nuevamente sin voltear a verme, tal vez creía que las hojas que dejaba entre nosotros eran porque no las sabia.
— ¿Quien dice que no las se?— pregunte girándome hacia él, levanto su mirada y tomo todas las hojas que estaban en el sillón. Solo lo observaba mirando las hojas contestadas con tinta rosa. —Ya te lo dije Justin— me miro —Soy más lista de lo que crees.

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